Selva de Irati: Casas Irati-Bosque de Lizardoia

Ruta realizada el Miércoles 22/06/2005

Dificultad Física
Dificultad Técnica
5.2 km
420 m
359 Km Distancia Madrid
1h33'
1h07'
Características Terreno No hay información sobre el terreno

Participantes: Félix, Pepe

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Reproductor audio crónica:

Hoy ya estamos de retirada. Para aprovechar el día hemos decidido darnos una vuelta andando por la reserva del bosque de Lizardoia, junto a Casas de Iratí. Para desayunar nos hemos traído unos bollos y unos batidos, pues en este pueblo está visto que no son e madrugar.

Mientras nos preparamos para echar a andar volvemos a ver a Javier y su yegua, que van a dar una vuelta alrededor del pantano. Nosotros salimos en sentido opuesto, junto al cauce del río.

La mañana está agradable, más bien fresca. Nosotros vamos paseando con nuestra bota de vino y la mochila con los bocatas. Nos avisan los guardas que por esa zona se pierden los caminos y en consecuencia los caminantes, lo que les obliga a salir en su búsqueda y nos desaconsejan ese paseo. Por otra parte tiene el acicate de que es una zona virgen de podas y cortas.

Naturalmente no les hacemos caso porque para eso llevamos el GPS y somos expertos. Jamás nos perdemos.

Nos desviamos un poco de la senda para ver una cascada. Está bien, pero se nota que falta agua, las señales en las piedras muestran que en los momentos buenos, el cauce del río supera lo menos en diez veces lo que vemos ahora. La roca está pulida y suavizada por un desgaste continuo, nada de una tromba ocasional. Hacemos unas fotos y volvemos a nuestra ruta original.

Poco más adelante dejamos la pista por la izquierda y nos desviamos por un camino abandonado en pendiente. Está cubierto de hierba y tiene marcas profundas de regueros, claramente no se usa desde hace tiempo.

Un poco de ascenso junto al arroyo hasta que el trazado prácticamente se pierde en el bosque. No está claro si cruza sobre el cauce o hace un cambio de sentido brusco hacia una ladera empinada. Probablemente se trate de distintas bifurcaciones.

Elegimos la primera opción y nos internamos en un bosque en ladera, bastante cerrado, con el suelo cubierto de hojas, pero sin vegetación baja, se nota que entra poca luz.

El paseo por aquí no es muy cómodo, debido a la pendiente y la humedad del suelo, que propicia los resbalones en cuanto de descuidas. Por otra parte, lo que vemos no nos impresiona. Los árboles no son demasiado grandes, no hay ejemplares muy viejos ni con troncos llamativos. La verdad, después de lo de ayer, esto no aporta mucho. Lo que si es cierto, es que resulta fácil despistarse, pues al haber avanzado por la loma en el sentido inverso que traíamos, el terreno de va obligando a separarte del camino que discurre por el fondo, a la vez que las laderas se inclinan más y más, dificultando seguir la dirección que desearías.

Cuando llevamos un rato danzando por aquí, coincidimos en que mejor lo dejamos, ya vale para hacernos una idea, preferimos volver pronto que seguir contando hayas.

Al volver cambiamos un poco el trazado y nos bajamos hasta el cauce del arroyo, que es por donde mejor se puede avanzar. En una de estas con la bici ya llevaríamos un rato bastante incómodos. Cruzamos el arroyo y poco después recuperamos el camino.

Es el momento del bocata a la sombra, así que nos lo atizamos sin miramientos, pegándole buenos estrujones a la bota. Vuelta al coche y para el pueblo.

En Ochagavía recogemos los bártulos y nos despedimos de Maricarmen. Yo creo que se ha arrugado más todavía en el último rato, ahora que le da el Sol, parece octogenaria. ¡Y pensar que, la primera tarde, cuando bajaba por la penumbra de la escalera, parecía una grácil jovencita.

Nos ponemos de viaje por un itinerario diferente, dirigiéndonos hacia el Sur prácticamente en línea recta, a ir a empalmar con la A-2. Son muchos kilómetros de carretera de doble sentido, pero no se va mal. Hasta la hora de la comida todo casi bien, sin mucha pérdida de tiempo, pero después las cosas se complican poco a poco. Nos cae alguna tormenta, después hay algún tramo en obras, luego, cuando ya estamos prácticamente a la vista de la autovía, la Guardia Civil nos desvía otra vez hacia la carretera local. Parece que hay obras, o desprendimientos, o voladuras, ¡cualquiera sabe!

Consultamos el mapa e identificamos los pueblos que debemos parar para llegar a la autovía más adelante, pero cuando estamos casi allí, nos corta el paso un coche de obra, con un fulano de tez oscura que no habla español y solo dice “no carretera, no carretera” así que vuelta para atrás y a buscar otro acceso. El caso es que según volvemos nos adelanta un coche que viene de donde queríamos ir nosotros, pero consideramos inútil volver y pedir explicaciones al tarugo que han puesto allí, así que seguimos adelante.

Salimos a la autovía, hacia Madrid, ya sin novedad ninguna hasta llegar a casa, salvo que el tráfico es denso hasta llegar a la R-2.

En definitiva, que no somos capaces de hacer un viaje normal, ni a la ida, ni a la vuelta. No me explico yo los Fitipaldi esos que van a la playa en cuatro horas, a esquiar al Pirineo en cuatro horas, llegan a trabajar en 20 minutos. ¡Mucho mentiroso es lo que hay!

Paramos en mi casa a dejar los bártulos y nos despedimos después de un año más de excursión. Han sido cinco días y no se me han hecho nada largos. Félix: acuérdate que el año próximo me toca llevar el coche, ahora solo falta pensar dónde.

Otras fotos: Link Álbum

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Una respuesta a “Selva de Irati: Casas Irati-Bosque de Lizardoia”

  1. Y con esta crónica se acaba la excursión de Irati. No se me olvidarán las hayas tan preciosas de ese bosque.
    Ni los arañazos en las piernas.

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